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Birdman (o por qué las marcas tienen que ser coherentes en sus mensajes)
Birdman fue la ganadora de los Oscar de este año. No sé si realmente era la mejor película de todas las que se presentaban. Para mí, sin duda, es una de las grandes películas que he visto en los últimos tiempos.
Brevemente para el que no sepa de que va la película y sin spoiler. Michael Keaton interpreta a un actor que en el pasado protagonizó tres películas muy taquilleras en las que daba vida a un superhéroe: Birdman. (Supongo que hasta aquí os suena.) Sin embargo, y pese al éxito conseguido, en la madurez de su carrera quiere ganarse el respeto del público más exigente poniendo en marcha una obra de teatro en Broadway.
Si por algo me gustó fue porque hacía tiempo que no veía una película tan acabada. Una obra en la que el fondo de la historia se plasmara perfectamente a través de la forma de la misma. Es decir, una película coherente consigo misma. Algo que, aunque parezca que debe ser evidente, no es tan habitual. En este caso, el mensaje de la historia es entendido a la perfección y en gran parte es porque la forma ayuda a transmitir dicho mensaje. Tres ejemplos claros de la película que son todo un acierto por parte del director a la hora de llevar a escena el guión que él mismo escribió.
1) La elección de Michael Keaton para interpretar a un actor que alcanzó el éxito con una película de superhéroes pero que por lo demás tampoco es reconocido como un actor especialmente bueno es brillante. ¿Por qué? Porque es la verdad. Porque el director ha decidido coger a un actor (y éste ha sido valiente para interpretarse “a sí mismo”) que encarna perfectamente a su personaje, que le puede entender. Pero también porque el público en cuanto lo ve hace la conexión automáticamente. El director rompe en cierto modo la cuarta pared para hacer un guiño de complicidad al espectador. Deja que sea el espectador quien complete la historia que falta con elementos que, por otra parte, ya conoce o puede suponer basándose en la historia real de Michael Keaton, no en la de su personaje.
2) La película está realizada a base de largos planos secuencia en los que seguimos a los personajes por las bambalinas del teatro, las calles de broadway o el propio escenario de la obra. Que una obra que habla de teatro y que en cierto modo defiende un cine de actores más que de “maniquíes” deje espacio a los actores y les ceda gran parte del protagonismo tiene todo el sentido del mundo. Por eso crea largas escenas sin corte alguno en las que son los actores los que están solos frente al público como podrían estarlo en directo actuando en una obra de teatro (con las lógicas diferencias que ofrece uno y otro medio).
3) Las metáforas visuales que tiene la película son tan grandes que son capaces de hablarte de los sentimientos más profundos de la forma más clara posible, a través de una imagen o un sonido. Y ejemplos a lo largo de la película hay cientos. El sonido del corazón del protagonista interpretado por una potente batería; el laberíntico y claustrofóbico teatro en el que vive encerrado como un pájaro en su jaula; o la liberación que supone al protagonista desnudarse frente al mundo (literalmente) para ofrecer una interpretación sincera.
¿Qué tiene que ver esto con la comunicación de marca?
Más allá de los gustos cinematográficos de cada uno (he leído y escuchado críticas feroces a la película) Birdman creo que es un ejemplo de cómo debería ser la comunicación de una marca. Al menos de una que crea en la importancia de ser coherente consigo misma. Y con ello me refiero a que la forma en la que expresamos el mensaje esté en línea con lo que queremos transmitir de fondo. La forma debe contribuir a comunicar de forma más clara el fondo de nuestro mensaje. Son dos caras de una misma moneda y por tanto van unidas. Por ejemplo, ¿nos imaginamos una presentación de Apple detrás de una mesa presidencial y repartiendo folletos en papel de su último producto? ¿Verdad que no tendría sentido?
Otra cosa que debemos aprender de esta película para aplicar a las marcas es que, una vez encontrada una forma que ayuda a transmitir nuestro mensaje y que es coherente con el fondo del mismo, debemos ser valientes y apostar por ella y mantenerla. Renunciar a esa forma en favor de otras más convencionales, más estándar, más para el gran público… es traicionar a tu propio mensaje y caer en la incoherencia.
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