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El cambio como pilar fundamental de las historias
Dice Robert McKee en su libro El guión lo siguiente:
“En esencia nos hemos contado los unos a los otros la misma historia desde el amanecer de la humanidad (…): para mejor o para peor, un acontecimiento desequilibra la vida del personaje, lo que le provoca un deseo consciente y/u otro inconsciente por aquello que siente que restaurará el equilibrio y le lanza a la búsqueda de su objeto del deseo contra las fuerzas antagonistas (internas, personales, externas). Tal vez lo consiga o tal vez no. Eso es, en resumen, una historia.”
Me gusta esta explicación porque condesa en un párrafo lo que podría ser la estructura básica de una historia. Pero me interesa, además, porque habla del cambio como incidente incitador de todo. Cuando dice que un “acontecimiento desequilibra la vida del personaje” se refiere exactamente a eso. Y es que el cambio es algo consustancial a la vida del ser humano (“no te puedes bañar dos veces en el mismo río…”) y, por tanto, columna vertebral de las historias en la medida en la que estas son producto y reflejo de las personas.
Dicho en palabras de Juan Jacinto Muñoz Rengel (escritor al que, además, tengo la suerte de tener como profesor de escritura creativa): “si no hay un cambio no podemos hablar de relato… será una descripción u otra cosa pero no un relato”. Y explicaba a continuación el concepto mediante una metáfora que lo deja perfectamente claro. Una fotografía nos muestra un momento concreto, un instante, el tiempo detenido… Sin embargo, una película (esto es, la sucesión de imágenes fijas) refleja el cambio, la progresión, el avance… Un relato es, por tanto, una película y no una fotografía.
Y no se trata solo de ese primer cambio que “desequilibra la vida del personaje” sino que a lo largo de la historia se van a suceder una serie de cambios hasta que se restablezca (o no) la calma inicial. Pensemos también la imagen de un lago quieto, con el agua estancada. Tiremos ahora una piedra al agua… Ese incidente inicial (lanzar la piedra) desata una serie de cambios en forma de ondas que se suceden hasta que regresa la calma.
Así que, cuando pensemos en nuestras historias, hagámoslo teniendo teniendo en cuenta los cambios que van a afectar al personaje, que le van a suscitar el deseo de alcanzar algo y cómo cambiará a lo largo de su recorrido (y con ello la historia avanzará) en esa búsqueda por alcanzar su “objeto” de deseo. De ahí, del cambio, es de donde surgen las historias así que seamos capaces de reconocerlo.
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