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Encuentra historias para tu storytelling
Estoy colaborando con una marca para ayudarle a diseñar una estrategia de comunicación basada en storytelling. Lo primero es fijar el mensaje que queremos transmitir. Hecho eso, el siguiente paso es encontrar historias para tu storytelling. Es decir, que puedan ayudarnos a comunicar ese mensaje. Se trata de recopilar relatos sobre los que podamos trabajar más adelante. Pero centrémonos hoy en la labor de “encontrar” esas historias. ¿De dónde demonios salen?
No hay una sola fuente. A veces podemos usar los relatos de los propios trabajadores, otras veces serán los clientes o en ocasiones es la propia historia de la marca. Cada caso es distinto. En ocasiones incluso las historias no tienen por qué ser “autobiográficas” sino que pueden surgir de los relatos tradicionales, los mitos, la Historia, etc. Como digo, cada marca tiene una necesidad concreta y por tanto el cajón en el que rebuscaremos será distinto.
¿Cómo trabajo en este aspecto? Mezclando la parte analítica de mi cerebro con la parte, digamos, más creativa. Es decir, una vez que se ha fijado de manera “racional” y analítica el mensaje a transmitir, es hora de dar libertad a la mente para que haga las conexiones que sean necesarias hasta encontrar una historia que encaje con lo que queremos transmitir.
Pondré un ejemplo. En la marca a la que me refiero el mensaje pasa claramente por conceptos como: innovación, ruptura con el status quo, atreverse a ir más lejos, emprendimiento, búsqueda de soluciones más allá de lo establecido, etc. Teniendo claro el posicionamiento que la marca desea alcanzar mi cerebro empezó a establecer conexiones. Y así me vinieron a la mente historias de expedicionarios y aventureros. Historias como la de Colón o la del viaje a la Luna. Fui hilando diferentes relatos provenientes tanto de la Historia como de la ficción como por ejemplo con la película Interstellar. Historias que, en esencia, vi que tenían muchos aspectos en común. A estas alturas tenía claro que los relatos que contáramos debían ir alineados con historias como estas. Vi que había un filón que podíamos explotar (otra cosa es que luego demos con la historia más adecuada de todas ellas y definamos bien sus elementos -personajes, conflictos, estructura, etc.- para hacerla perfecta).
La prueba definitiva de que me encontraba ante un interesante grupo de historias con las que trabajar la tuve este fin de semana cuando acudí a ver la exposición de Julio Verne de Espacio Telefónica. En ese momento caí en la cuenta de que el mundo de este escritor aunaba dos grandes fuentes de relatos que podríamos usar en el storytelling de la marca. Por un lado, los propios relatos de ficción creados por él (y que todos más o menos conocemos) y por otro, los relatos de todos aquellos exploradores e innovadores que, inspirados de alguna forma por la lectura de sus novelas, se atrevieron a llevar a cabo sus proyectos en campos tan diversos como la exploración, la aviación o el teatro. Casos como el de Isaac Peral, Orson Welles o Shackleton.
Lo que pretendo transmitir con todo esto, es que nunca sabemos dónde y de que forma va a aparecer la historia que podamos usar para transmitir el mensaje que queremos transmitir. Por ello, os recomiendo aquello que suelo hacer y que me funciona:
- Tener claramente definido el mensaje que queremos transmitir. Una especie de mantra que nos repitamos continuamente. Así cuando aparezca algo que encaje podremos verlo (aunque a veces sea casi una intuición).
- Dejar a la mente libre para que haga las conexiones que le parezcan oportunas. Debemos dar tiempo a la mente para que vague sin ataduras.
- Alimentar continuamente nuestra mente de nuevas historias procedentes del propio cliente, de la Historia, del cine, de los libros, de historias personales nuestros… De donde sea. Para mí todo vale pues esa es la “Gran biblioteca de historias” con la que mi mente va a trabajar estableciendo conexiones. Y esas conexiones, que no dejan de ser el storytelling, serán más ricas y eficaces en la medida en la que esa Biblioteca esté mejor nutrida.
Así pues, si no encontráis la historia adecuada con la que trabajar, no os desesperéis. Tened por seguro que siempre hay una historia que contar (y si hay una, habrá dos y tres). Tan sólo tenemos que tener claro qué buscamos, alimentarnos continuamente de nuevas historias y dejar libre a nuestra mente para que dé con la historia apropiada.
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